jueves, 20 de noviembre de 2014

Capitulo 28 "Por el loco Quintero, por el Prozac y ABC"

Capítulo anterior

Y al final esto de andar aprovechando la vida al máximo como acosejan en la propaganda de Dramamine estaría siendo una tortura (como ha visto, no puedo abandonar...), porque el día martes yo tenía casi terminado este capítulo y hoy jueves ya me ha quedado viejo con todo lo que pasó. ¡¿Y QUÉ PASÓ?! Pasó que he visto la película "Relatos Salvajes" y poseída como quedé he cometido una fechoría en la municipalidad de San Martín. ¡Los capítulos Quintero exceden el límite de la internet! Pero le comentaré sobre esto en el 29, si se me da la gana. (Ahora con una artimaña literaria que usted ni percibe pego el capítulo viejo a este prólogo y queda casi perfecto, porque lo perfecto es enemigo de lo bueno).

¡Así que pa’lante! ¡Arriba, arriba que la vida me sonríe! Y ni me pregunte que así he amanecido, vieja chifluda, me he despertado jubilosa, regocijada, recalcitrante, meditabunda, reconfortada… Y es que no puedo quejarme porque aunque usted entienda lo contrario Quintero se viene portando de pelos conmigo, réquete genial, pues como buena utopía no se deja alcanzar y es el rol que le ha tocado en suerte: ser mi muso, mi sol en el horizonte, mantenerme escribiendo ¡y que se joda por andar diciendo gilipolladas de manera apasionada en la televisión! (Sí, me ha enamorado un poco). ¡Así que acá estoy de nuevo con las pilas recargadas porque dentro de algunos capítulos toca llamarlo nuevamente! ¿Y para qué? Para qué, me dirá usted que pregunta sólo para molestarme, a lo que yo respondo muy segura de mí misma (no porque lo esté, pero ando con ganas, así que vamos en esta dirección): No sé para qué voy a llamar a Quintero. ¿TIENE ALGO QUE DECIR? ¡Usted que ni sabe para qué vive!

Y la verdad... menos mal que no sabe porque imagine si supiera que se levanta todos los días a tomar el subte que vendrá más que colapsado por lo que va a tener que dejar pasar tres formaciones para después viajar apretujada todo el trayecto para llegar temprano al trabajo, cosa que le da bronca, porque tras que le pagan una miseria andar llegando temprano.... Pero igual sale con tiempo porque le da miedo perder el puto trabajo que si no como paga los impuestos para que nuestros políticos de turno vivan genial; imagine si supiera que tendrá alrededor de siete contratiempos y que ya de vuelta el subte estará sin funcionar por lo que tardará el doble en volver a casa y, como frutilla de torta, llegar y descubrir que no hay luz (así nos tienen y nos aguantamos, sería el mensaje subliminal)... Ocurriría una desgracia si supiera que todo eso que hace usted día tras día no tiene un “para qué” (y yo no se lo digo para no cagarle el día).

¿Ha visto? Estamos, por suerte, acostumbrados a vivir antes que a pensar… Por suerte para los que manejan el mundo. Pero volviendo a lo nuestro: suponiendo que la vida no tiene sentido… Quizá, al fin y al cabo, después de todo, valga la pena vivirla, ¿no? ¿Y sabe por qué decido terminar fingiendo cierto optimismo? Porque gracias a mi utopía, gracias al señor Quintero que me nubla la sesera (como a usted se la nubla ABC, Terelu o el iphone 6) yo me mantengo ocupada, me la paso reflexionando estas paparruchadas, preguntándome por el sinsentido y así evito que se me plante delante. ¿Porque qué cosa es reflexionar sobre el sinsentido sino escaparse de él? Así que brindemos, drogados míos, choquemos las copas por mi loco Quintero, celebremos por esas utopías que no se dejan atrapar, por el iPhone 6, por el Prozac y ABC. (Capítulo siguiente piche acà)

Continuará…


No hay comentarios.:

Publicar un comentario