viernes, 23 de mayo de 2014

Capítulo 3 “¿Ingenua e idealista están en la misma góndola de supermercado?”

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Para querer cambiar el mundo hay que ser un poco ingenuo y ríanse ustedes que de los ingenuos será el reino de los cielos. Entonces se volverán (nos volveremos) poderosos, idiotas y dividirán para dominarnos y tener más y más reinos. ¿Es que es un círculo vicioso? ¿Es que no hay escapatoria a ese efecto inquietante, idiotizante, deshumanizante que el poder nos genera? Haciendo esfuerzo para no creer que el humano es sólo eso, claro, que sí hay algo inteligente en nuestra sesera más que sed de aplausos, plata y poder. “La revolución no es posible porque la prole apenas agarra ducha con agua caliente se pasa a burgués”, dice Rolando, el personaje protagonista de la obra que ensayo. Todos somos plantines de poderosos, egoístas y codiciosos, sólo hace falta regarnos. ¡No!, resistiría yo que le escribo los textos al gordo. El pobre gordo que intenta ser mediocre para no sufrir tanto pero no lo logra ni con todo el esfuerzo del mundo, incluso habiendo ganado premios importantes no le sale, porque ahí, cuando uno se gana el premio es que empieza a ponerse boludo.

Y supongo que porque todavía no me gané ninguno estoy pensando una propuesta televisiva con ánimos de cambiar el mundo en lugar de resignarme. Así es, del intento de escribirle a Jesús Quintero a enviar una propuesta desquiciada para televisión al presidente de la Ausbanc Internacional, una empresa que dice defender a los particulares de la letra pequeña de los bancos engañosos y, según él, casi socio de Quintero.

¿Desquiciada?, diría Ángela mi psicóloga y me haría parar en seco (porque ella insiste en que yo me afirme en lo que pienso). Bueno... desquiciado el que acepta que ya no hay salida, que hay que amoldarse, creo, ya no sé nada... Si dar con Jesús Quintero que pregona todo esto de no rendirse, de no amoldarse, de desobedecer está resultando más difícil que dar con dios... estoy empezando yo a dudar de todo. ¿Cuán auténtico es su discurso y no el de alguien que ha entendido qué es lo que debe decir para seguir siendo aplaudido por sus fans? (Si es quien dice ser, este comentario supongo que le molestaría). Esa delgada línea entre decir lo que se piensa y lo que se piensa esperan los demás que sea dicho. Esa necesidad de decir para ser querido y aceptado. Y, por otro lado, la desobediencia, que creo yo viene de la certeza de que nadie nunca nos querrá, entonces mandamos al carajo antes de haber sido rechazados, por si acaso.

Así que con todo esto pensé en la posibilidad de estar comprando ingenuamente un personaje pero no quise creerme eso, opté por seguir esperanzada un poco más. ¿Qué más si no creer lo mantiene a uno yendo pa’lante? (Se me está pegando la españolada tanto ver videos de este ñato). ¿Qué tenía que perder más que la esperanza? (Con todo lo que eso implica, no?) Al fin y al cabo, me estoy dando cuenta, uno no necesita un motivo importante, sólo creer que lo es y con la actitud que logras te llevas al mundo puesto. O al menos encontrás el entusiasmo de escribir unos capítulos, compilarlos y concebis así tu primera novela (o algo así). La verdad es que es la primera vez que vuelvo corriendo y con unas ganas locas de escribir, las reflexiones, todo lo que pasa encaja, va derecho a las crónicas de Jesús.

Empecé a garabatear, entrada la madrugada, la propuesta pedida por el señor Pineda que, según me prometió, le mostraría a Quintero. (Continua en el 4, pique acá si se le da la gana)

Continuará...

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