jueves, 21 de enero de 2016

Capítulo 82 "Serendipia"

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Toco el timbre sin titubear, carpeta en mano y ropa digna, no como la del 65. Nerviosa estoy, claro, pero espero, no me queda otra ¡Y todo culpa de usted que si no hago estas maniobras extrañas no le pone atención a mis escritos! Bah, igual no me dan ni la hora porque tuve la mala pata de nacer sanita pero estoy a un tris de cortarme un dedo y subir un video a youtube de cómo escribo sin él ¡Entonces saldré en la tapa de El mundo! También podría dejarme las rastas o hacerme apalear por mi marido y-- ¿Hola? Responde una voz femenina por el portero ¿Una voz femenina en la colina? Sí, una voz femenina y esto es lo lindo de vivir para escribirlo luego, la vida es más original que uno ¡¿Hola?! Sí, hola, vengo... soy… ¿Está Jesús Quintero? Soy de Argentina, Marina, le traigo una obra de teatro que... estuve hoy al mediodí-- A ver, espera… Jesúúúúú… Se toma un momento y me dice que ya baja.

Abre la gran puerta de madera: alta, rubia, bella y carismática. Me mira entre extrañada y divertida. Muy gentilmente me invita a pasar. Sobre cómo llegamos hasta la terraza no voy a dar explicaciones porque me llevaría una crónica entera, la casa del loco tiene más recovecos que mis neurosis, señora. La sigo hasta una gran sala que conduce a una oficina con un cerramiento de vidrio. La oficina de él. Se me está por escapar una emoción, la reprimo. Cintas, cintas y más cintas de video. Libros, libros y más libros. Sus anteojos, lapiceras, cuadernos, fotos.... No me alcanzan los ojos para observar su mundo. Y yo creo que a esto vine, a conocer las pequeñas cosas de este gran hombre, los singulares detalles de su pintura; a intentar entender qué lo hace diferente, si lo es.


¿Qué quieres tomar?, me dice. Titubeo ¿Quieres un té? Sí, un té está bien, gracias. Me deja sola conmigo. Me siento rara, no sabiendo qué hacer frente a este imprevisto ¿O CUANDO NOS TOMAMOS EL BOEING EN EZEIZA USTED IMAGINABA QUE ÍBAMOS A LLEGAR HASTA ACÁ? No se haga la superada, vieja. Apoyo la carpeta en la mesa, miro las pequeñas plantas, las terrazas vecinas. Estoy en Sevilla, en la terraza del loco, con su mujer o asistente o algo. ¿Y ahora? Y ahora ¿Qué? ¡Ahora nada! Es claro que a lo que vinimos es a conocerlo, darle el material del blog, la obra de teatro, ver hacia dónde se dispara la cosa, seguir escribiendo, todo muy serio, cuerdo y correcto ¿O no? ¡¿O no?! ¿Usted le cree al depravado de Freud? ¿Que todo lo que hacemos es por ego o por pulsión sexual? ¿Nos saldrá el destino con una serendipia de novela turca? Shh… ahí viene… Camisa blanca desabrochada, le queda bien. Aparenta diez años menos el señor… (Capítulo siguiente, pinche acá)

Continuará...



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