domingo, 9 de julio de 2017

Capítulo 118 "Celos de Guadalquivir"

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La indecisión paraliza y el amor es una macana, nos deja estaqueados en la mitad del patio, dijo un fulano que, seguramente, escribió la frase con ánimos de ser recordado, pero mire usted, yo me acuerdo de la frase y no del fulano. ¿No ve? ¡Todo es para nada! ¡Nada importa nada! Ni escribir best sellers, ni liberar países, ni ser administrador del grupo de face... Yo estoy acá pasando las de San Quintín, inventando un nuevo género literario junto al loco de la colina, género que pasará a la historia por original, loco, creativo, maravilloso y también es de autoayuda, claro, porque las fobias que estoy puliendo en este camino ni se imagina. Además me obliga a vivir para seguir escribiendo y así van pasando cosas y más cosas...

Pero (furcia palabra) absolutamente todas mis neurosis, todos mis ataques de pánico, mi casamiento con el loco y su novia, los desencuentros, los encuentros, el intento de ella de ahogarme en el Guadalquivir porque me instalé en la habitación linda, mi escándalo gran escándalo porque él me comió las naranjas de la dieta, el posterior divorcio y la división de males, la visita al hoy encarcelado Luis Pineda los tres para que nos cuente por qué teniendo tanto sigue queriendo más al punto de cavarse la tumba ¡¡Todo eso ocupará como mucho dos putas líneas en Wikipedia!! (Calamitoso)

¡Calla y ven, Marina! Lo miro, el cuerdo andalú me rescata de mí, por eso lo quiero. Camino tímidamente hacia la mesa en dónde están ellos sentados. Una amiga periodista, les dice el loco a dos andaluces que van a trabajar con él, y yo me aguanto, pero ahora sí que le daría flor de beso... ¿Y usted qué pensaba? (Nada) ¿Qué iba a poder yo no enamorarme de este chiflado? Shhh... hay algo de ritual en el aire, La Carbonería es hermosa, flamenca y hermosa, porque estoy con él.

Y a estas alturas casi que no me cabe duda, Jesús Quintero me está abriendo las puertas de su templo sagrado: su trabajo, su cotidianidad. Y aunque a usted le interese un bledo yo pienso, la mar de perpleja, ¿por qué?, ¿por que a mi? ¿Será que le divirtió que me vine a por él desde el culo del mundo en busca de la inspiración? ¿Es que me está alimentando la pluma el muy travieso? ¿O lo hace porque me crucé el Atlántico y quiere ser amable? ¿Lo hace porque sabe que voy a escribirlo?


Habla con ellos y cada tanto me mira, como si estuviera chequeando que atiendo a su clase magistral. Y cada vez que me mira tengo la sensación de que me está sacando una radiografía del alma, este hombre sabe lo que estoy pensando a cada instante. ¡Me pone nerviosa! Garabatea cosas en una cartulina y en algo así como dos minutos de reloj les arma una estrategia de marketing, un plan de desarrollo, cómo, dónde, cuándo y por qué deben hacer lo que deben hacer.

Y me parece que hasta acá llegaron mi amor, mi ética, mis valores, mi monogamia y mi moralidad, señora, me pa que Jesús esta noche no vuelve a casa, después de todo... morir ahogada en el Guadalquivir por su señora mujer sería un final acertado. ¿O no? (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuará...

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