domingo, 19 de noviembre de 2017

Capítulo 150 "La noche acosada"

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Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste, decía Quiroga pero claro, acá mis muchachos tienen autonomía, tienen nombre, apellido y están anotados en el registro civil, tienen gustos y reacciones propias y eso es lo atractivo y espeluznante del asunto, un poco puedo persuadirlos a dar los giros que a mi relato le convienen pero no siempre acceden, por suerte, porque así me desconciertan y me llevan a lugares inimaginables:

Sigo parada frente a la colina, como hace dos años. En medio pasaron un montón de cosas y no puedo pretender que nada cambió como usted pretende después de media vida con su gordo panzas, que le diga piropos al igual que el primer día… Imposible, vieja, a menos que quiera que su gordo termine pagando la multa porque ahora los piropos serán penados por la ley. El gordo le dice algo que usted considera medio cochino y se quedan los dos sin vacaciones en Santa Teresita (siguen queriendo reglamentar el instinto).

Y fíjese que si a mi se me ocurriera denunciar en la red social al famoso del que hablé en el  capítulo 119 porque “me forzó” a hacer lo que hice se arma un escándalo bárbaro, los defiendevíctimas se pondrían de mi lado sin averiguar absolutamente nada y yo en el fondo sabría que es mentira, que es porque me dejó y porque la última noche me hizo tragar una película de Bin Laden aburridísima y entonces me vengo de esta manera porque estoy loca pero además soy mala (el mundo es una comedia en la que muere gente).


¿Qué hace todavía aquí fuera?, se asoma ella por la puerta, tiene papeles bajo el brazo, manzana mordida en una mano y teléfono en la otra. ¿Te encuentra bien? Anda, entra, venga… Esperá, la tomo firmemente de la mano. Imaginate que quitás las estrellas de La noche estrellada de Van Gogh. Me mira desconcertada. El cuadro no sería el mismo. ¿Podes verlo? Las estrellas estaban ahí, su belleza, él solamente las bajó a la tela, no pudo hacer otra cosa. Y yo hice lo mismo, vine a escribir el paisaje que me encontraba y vos estabas ahí… Y resulta que sos la estrella más brillante. Al segundo de haber dicho lo dicho me arrepiento, pero ya es tarde. Miro el cielo, está completamente encapotado.(Sigue)

Continuará...

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