viernes, 8 de diciembre de 2017

Capítulo 165 "Abrasadas"

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Inspirara o inspirase
Y yo pensaba que esta era la mía, que había descubierto la pólvora, la solución al gran problema de los escritores porque aunque usted no sepa, vieja gallega, en los talleres de escritura se invierte gran parte del tiempo en cómo carajo hacer para inspirarse, para que salga algo de la pluma. Un amigo que ya no está me llamaba a horas descomunales para decirme ¡Eureka, creo que lo logré!, y me contaba su nuevo método para sentarse a escribir. Alguna vez intentó con absenta y luego con un reloj, pero le duró poco; otros pagan el curso y escriben para justificar el gasto: es comprar la voluntad, decía otro amigo; y muchos ni pagando porque según mi profesor de dramaturgia lo que se deja para lo último siempre es el deseo. Y lo último será lo primero:

Sigo con mis ojos cerrados abrasada al cuerpo del ella, ahora el acolchado nos tapa desde la cintura a las dos. Respiro corto y agitado, siento el olor de su pelo; olor a gitana. El corazón me palpita como La Bombonera con la hinchada de Boca saltando al coro de “Es para River que lo mira por tv”… Escucho que él camina por la habitación, lo imagino con sus nike colorinches aunque el sonido es de pie descalzo. Aguanto la respiración esperando que nos despierte, que nos zamarree, que ponga el grito en el cielo raso porque le estamos ocupando la que creo es su cama pero no, el solitario animal de radio rebusca algo por ahí y luego pumba, la cama se mueve, se sienta a nuestros pies, su loca presencia casi sobre los míos. Pic, pic, pic, escucho ahora y me metería YA bajo la cama.

Así que yo creí que había encontrado mi eureka, mi método de inspiración, que con persona/jes como estos, del mundo de lo concreto, la cosa estaba solucionada porque ya metida en la tormenta ellos accionan, yo tomo nota y sanseacabó. Pero no, ni lo intenten en sus casas porque la tormenta te arrastra, te lleva mar adentro y entonces la pluma no sabe pa donde disparar, cuando tenés momento de agarrarla… Shhh, el cuerpo de ella se mueve, se estira un poco como gato en la madrugá, me entrelaza la mano y la apoya contra su torso desnudo, creo yo que institnivamente, que no sabe que es la mía y que cuando se vuelva y me vea se arma la de San Quintín. Bosteza ¿Qué hace?, le pregunta a él todavía con la cabeza apoyada en la almohada. (Sigue)

Continuará...

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