sábado, 16 de diciembre de 2017

Capítulo 171 "El mal necesario"

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Claramente el hombre no tenía ganas de que le rompamos las guindas. Ella, que me seguía mirando, arrastra la taza de café hacia mí, lentamente, sin pronunciar palabra. ¡Perfecto!, exclamaría yo si fuera la directora de la escena. Entonces él se asomaría por detrás del diario porque qué es lo que está haciendo ella que le quita protagonismo a él. Y yo me daría el lujo de cagar a pedos al loco de la colina. ¡Que no te muevas, Hesú! Él no me haría caso porque es rebelde y se quejaría de que el actor también debe proponer, que lo deje ser. Y ahí ella se brotaría porque el tipo la interrumpe justo cuando había encontrado ese estado ecléctico maravilloso brotado del maná de sus entrañas. Terminaríamos todos a los gritos, el barco hundido y sanseacabó. Los actores son el mal necesario del teatro, señora.

Necesitaba ir al baño pero no lo pude encontrar, balbuceé, como si fuera yo culpable de un crimen imperdonable, como si tener sexo tántrico de a cuatro fuera o fuese algo malísimo, como si no haber encontrado mi ropa en medio de tanto despelote hubiera sido a propósito. Los truenos volvían a dar la nota y el cóctel de baño y truenos insistían en llevarme de viaje a la noche anterior, a la ducha con ella y a su espalda enjabonada; al rodete mojado y a los besos que nos dimos; al momento en que le vendé el pie, apenas tajeado, las dos desnudas, ella sentada sobre el bidet y yo en el suelo mojado; a la risueña discusión que mantuvimos sobre ombligos mientras yo, ebria de ella, me animaba a besárselo un poco. Pero no, no me permití ese flashback porque si no esto ya es un despelote: del pasado al presente, del presente al futuro, del futuro al camino de los sueños… Y yo no soy David Lynch, mal que me pese.

Ella quiere sabé por qué la ha metido en tu bló y que si va a hacerlo con Toledo y Campanella, dejó deslizar él sin dejar de mirar el diario. ¿Toledo? ¿Cómo saben de Toledo? ¿Es que esta gente me espía el facebook? ¡Que no!, retrucó ella enfadá. ¡Lo que io quiero sabé é qué ha pasao entre vosotro! ¿Por qué ha regresao tú? ¿Qué é lo que ha omitido en el bloc? Ya se ha angumiao, acotó él y pa qué. ¡Que no me he angumiao! Te ha angumiao, repite él. ¡Vale, que ia me he angumiao! Los panes en la tostadora que pegan un salto, el móvil de ella que suena sobre la mesa, otro trueno aconsejaba que vayamos cerrando las ventanas, ella que se quema los dedos con los panes y él que mira la pantalla del móvil de ella mientras trata de amainarla. Es que el escribiente va atrás del conflicto, intenté explicarles, pero no me escuchaban porque ella había perdido los estribos otra vez. ¡Y vos sos el conflicto, mujer! Se hizo el silencio. Los dos me miraron al unísono. Ella dio un mordisco al pan recién tostado y yo salí corriendo para el baño. (Sigue)

Continuará...

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