lunes, 25 de diciembre de 2017

Capítulo 178 "Escondrijo"

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Dejé de enjabonarme al escuchar la puerta cerrándose. Entre el vapor, la mampara y mi estado endrogado no podía ver si era él o ella. Por la pequeña ventanita con ventilete un refucilo, y otro, y otro. El viento hacía un sonido que parecía el huracán María. Hice un circulito en el vidrio empañado y ahí la vi, todavía llevaba su ropa mojada, su pelo enredado, sus jeans desabrochados, tenía los pies embarrados. ¡Se le va a infectar el tajito!, pensé en medio del bamboleante estupor, además estaba enchastrando todo el baño. Por un segundo me volvió la escena de la terraza, cuando me preguntó si eso también lo iba a escribir en el blog, la forma en que me arrastró hacia ella, tan..., cómo me sostuvo con las dos manos mientras me comía la boca a besos, su pelo empapado, sus ojos extasiados, el agua que lo inundaba todo. No más noches solitarias, Gitana, no más. Puso dentífrico en su cepillo y se lavó los dientes. Se miró al espejo mientras lo hacía, como todo el mundo. Yo volví a refugiarme en la profundidad de la ducha, el calor me estaba haciendo bajar la presión. Abrí un poco el agua fría y metí la cabeza bajo el borbotón de agua. Ufff, sentí como me volvía la lucidez al cuerpo.

Terminó con los dientes y se sentó a hacer pis. El sonido se confundía con el de la ducha. Y ahí es que miró hacia mi lado, registraba en delay, supongo que por la fumata, la cerveza, la hora, el agotamiento… Y así se quedó mirando hasta que terminó. Se subió los pantalones, apretó el botón y se quedó parada un momento. En serio que no sabía que podía perjudicarlos, le dije desde mi refugio de vapor. Ella corrió la mampara y me vio de arriba a abajo, recuerdo que pestañeaba con sus ojos achinados, como si no pudiera ver bien, o como si no diera crédito a lo que estaba viendo, o quizá estaba esperando que le llegue el agua al tanque tras el delay marihuanil. Entonc

¡NO! Me parece que voy a tener que seguir luego porque él viene llegando, lentes estrambóticos, echarpe y morral al hombro, camina, ríe y charla a los gritos con dos tipos por el caminito de madera. Uno de ellos es medio panzón, tiene el pelo gris, parece un virrey posmoderno. El otro es más flaco, también canoso y tiene pinta de sabio simpático, tipo Escohotado. ¡Vinieron de corbata! ¡DE CORBATA AL ALMUERZO NAVIDEÑO EN LA PLAYA DE EL PORTIL! (El acabose) Espero que no me vean, que pasen derechito para la casa.

Y entre el bacalao frito, las nueces con membrillo y tanta sidra finoli ya no recuerdo si revelé que descubrí un escondrijo en dónde meterme a escribir, a la sombra de unos arbolitos, a ver si termino la puta noche de la tormenta en la colina antes de que termine la puta navidad pero no creo porque ya pasó la putísima nochebuena y no pude adelantar más que tres párrafos. ¡Hay barra de sidra y tortilla de bacalao, niña! ¿Qué hace tú ahí?, exclama él, ya frente a la puerta de madera, mirando algo serio hacia mi cueva arbolada; uno de los hombres mira también para acá. (Sigue)

Continuará...

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