Y ya sé que cambio de tono todo el tiempo, de estilo, de muso (culpa de ella), de escena, no me organizo, no me aúno, no me homogeneizo como sabe hacer La Serenísima y encima meto estos comentarios autoriles que interrumpen el clima del relato que tanto cuesta construir pero es que siempre le tuve miedo al climax y la pluma del artista es un poco así, depende de lo que tome, de lo que pase, de lo que escuche de fondo, de a cuantos centímetros la tenga de mi, de cómo me mire y de lo que me haga... Una amiga me había contado que una vez probó con chica y ya no pudo volver a lo otro nunca más porque la chica sabe lo que tiene que hacer, me dijo poniendo sus ojos como de orgasmo, y un poco tenía razón:
Yo seguía abajo de la gitana y no me podía salir aunque la luz lo inundaba todo y suelo tener vergüenza y él se había removido ya dos veces allá en el otro extremo de la cama. No me podía salir no porque no pudiera, no podía por eso de lo certero que nunca me había pasado y yo pensaba que la fallida era yo. Creo que por primera vez estaba paralizada de placer. Mírame a lo ojo, me ordenó, porque yo los cerraba por esto del miedo al climax y me ponía tensa y trataba de escabullirme y de no hacer mucho ruido aunque el movimiento de la cama era inexorable-- Anda miramé a lo ojo, por favor, insistió. Su cuerpo desnudo y transpirado recostado sobre el mío. La miré primero con cierto temor. ¿Temor a qué? Estaba guapísima y cuando me tuvo se acercó lentamente, olé, volvió a decirme mirándome fijo, besándome toda, y no dejó de mirarme nunca con su gesto borracho de gozo. Y así supo llevarme aunque él se volvió a mover, ella siguió, aunque él se dio vuelta y nos miró con sus ojos molestos y confusos y luego protestó y volvió a darse vuelta... Ella me llevó hasta el final, la mare mía... Dormimos abrazadas como hasta las once y yo sentía que no iba a poder soltarla nunca más. Sujetas para siempre.
The modisto´s blue |
Continuará...
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