sábado, 10 de febrero de 2018

Capítulo 216 "Como en casa"

CAPITULO ANTERIOR

Hace cien...
Hace cien capítulos caminábamos con el Loco hacia La Carbonería, caminábamos bajo el paraguas marrón/anaranjado a paso presuroso. Sevilla estaba llena de charcos, Sevilla la hermosa. Había salido corriendo de mi hostal tras su chiflado llamado a las once de la mañana, que lo acompañara a trabajar, me había dicho y yo no lo podía creer. Él iba ensimismado, pensando quizá en la entrevista que tenía que hacer, yo absorta por todo lo que me venía pasando, por toda la acción que estaba consiguiendo para mi relato. Hace cien capítulos me animaba a decirle que quería trabajar con él pero no me animaba a decirle lo que sentía tras haber conocido sus bambalinas, su cotidianidad, la locura de Jesús, la cordura del Loco. Ella estaba fuera de Sevilla, Ella iba a volver ese día, Ella era el conflicto de la saga pero todavía no me había dado cuenta. Ella era Ella, mi Gitana. Y volvamos a lo nuestro:

Hace nada...
Jesús me ve mientras va sacando la llave de su bolsillo y abre la puerta del laberinto Quinteriano. Yo sigo tiritando de pies a cabeza, tengo todavía la notita de Ella en la mano, que vine hasta acá en lugar de ir donde mis amigos por las ganas de abrazarla que tenía. La guardo en mi bolsillo. El señor de mangas cortas entra directamente con un bolso y a los pocos segundos vuelve a salir sin él. Al parecer mi cara delata el drama porque lo primero que me pregunta es si me encuentro bien. En realidad primero me mira serio, casi con cara de pocos amigos, ya dijimos que los ánimos de los locos son más fluctuantes que los semáforos, pero cuando me ve de cerca y detenidamente… Le encaja sus petates al hombre que vuelve a entrar a la colina. Le largo la catarata esquizoide y es claro que no estoy en mis cabales porque qué le tengo que andar contando al Loco el despelote de la chica de mi mare con los ojos llorosos y lo que me viene a decir mi papá, con la voz tartamudeante. Él me escucha detenidamente y asiente cuando lo miro desencajada para ver si me sigue. Duda unos segundos, se ve que el tipo está ocupado, con bissnes, que le dicen acá, pero vale, ya, responde finalmente y me invita a pasar.

Lo que le pagamos a la psicópata evangelista en confianza...
Y si no estuviera tan consternada por todo el asunto ahora mismo rompería cuarta pared, los miraría a ustedes a lo Frank Underwood y les diría: es de manual, los conflictos son la sal de la vida, la bendición a la historia, por un lado tengo que pagar 50000 pesos pero por el otro acá estamos… Haciendo avanzar la cosa. Cierro la puerta de la colina, sintiéndome como en casa. (Sigue)

Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario