martes, 13 de febrero de 2018

Capítulo 218 "De memoria"

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Ana
Ella se rasqueteó la oreja, me miraba las piernas desnudas y su remera de Ecosia, y cada tanto pestañeaba. Volvió a tronar. Él titubeó un momento pero casi nada porque no le gusta que lo vean titubear, cree que debe mostrarse seguro todo el tiempo y lo más lindo de este loco son sus barrabasadas. ¡Yo sé que me pasé un poco de la raya, ya lo sé, Jesús! ¿Pero tanto como para abogado? Ella lo miraba esperando la palabra santa, ya les dije que lo tiene idealizado, pero entonces a mi todavía no me molestaba. Él no dijo nada y ella se echó a reír, no sé de qué, supongo que de mi pinta, pero la verdad es que no era nada graciosa la situación, que yo me la estaba pasando horrible. El loco volvió a su diario y ella empezó a levantar la mesa. Y no volví a escuchar la palabra abogado sino hasta ahora. ¡Y claro que ahí tendría que haber salido rajando! Antes de la corredera de contradicciones, antes de tanto llanto desmedido, antes de tanta confusión mental y amor y despecho, tendría que haber seguido mi intuición de supervivencia pero ya lo dice Nietzsche, quien escribe con sangre y en modo de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria. Yo no escribo con sangre, escribo con ataques de pánico recurrentes y no en modo de sentencias sino en modo de saltos temporales ininteligibles para el lector de hoy, pero en fin… se hace lo que se puede.

La del 198
Él termina de hacer sus cosas al fin. Descorre la silla a su izquierda y me invita a sentar un poco más cerca. Me ofrece agua. Acepto. Bebo. Respiro todavía angustiada y es loco porque después de todo lo que pasó en El Portil, en Málaga, igual me siento segura en la colina, con Él. Me calmo. Me acuerdo a lo que había venido. Ella. Me parece que no está. El loco me observa tiritando, sale y vuelve a entrar con una especie de colcha peluda pero que no pica. Vuelvo a notarle la leve renguera. Le agradezco y me cubro con eso la espalda. Me doy cuenta de que todavía tengo de nuevo la notita de ella en la mano, la guardo en uno de mis bolsillos. Él le pide la agenda al hombre de manga corta que sigue pululando por ahí. El hombre se la trae, Jesús hojea un rato largo, se da cuenta de que no tiene los anteojos, me pide que busque Sanguino, en la ese, me remarca porque es de esas personas acostumbradas a no ser entendidas, acostumbradas a tener que perder el tiempo explicando y explicando, por sus raptos de lucidez tan eclécticos, tan big bang… Pocos lo pueden seguir, ¿me siguen?

El trágico día de Málaga con la Chana
Encuentro Sanguino en la ese, me pide que le marque el móvil, obedezco, suena, atiende un tipo que claramente lo tiene al Loco agendado porque me dice, ¡Jesús!, todo contento y me empieza a hablar de lo bien que ha llevado el caso Joaquín y que ahora hay que esperar porque bla bla bla y el Teatro bla bla bla y el alquiler leonino bla bla bla… Le doy el móvil a Él pero Él, que ya se había desentendido del asunto, me pide que le explique al tipo todo lo que pasó con la psicópata evangelista, es abogao, me dice. Tapo el auricular. ¡Pero las cosas no son lo mismo acá que en Argentina, las leyes laborales y eso! ¿O sí? (Me mira un segundo y medio) Tú explícale, y vuelve a desentenderse. Me levanto con el móvil en la mano, me presento, camino al tún tún por la sala pensando por dónde empezar y ahí se asoma ella con el pelo recién lavado, con un vestidito corto de encaje que deja ver su tanga blanca, también de encaje, lleva una toalla hecha un cucurucho en la cabeza, ella, sin mayúsculas porque no es Ella sino Rocío, la morocha osada del 198(Sigue)

Continuará...

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