sábado, 3 de marzo de 2018

Capítulo 230 "El corazón que moría"

CAPITULO ANTERIOR

No hacíamos más que mirarnos, eso que se hace cuando se cae en la trampa, las dos acostadas sobre la lona de playa. Ya estaba bajando el sol y empezaba a refrescar. Se acababa el día de reyes, me habían dejado a la Gitana de madrugada recostada en mi cama hecha una bolita con sus vestido negro y pantimedias que le quedaban preciosas. Seguía desnuda durmiendo a mi lado, yo me había puesto la tanguita blanca. Nos habíamos tapado con los pareos y las toallas, los pusimos de colcha para abrigarnos un poco, parecíamos hippies de los sesentas. Ella estaba preciosa con su piel bronceada, su pelo embrollado, sus ojos verdosos por el reflejo del sol... Gitana agreste... No nos habíamos dado un solo beso en toda la tarde, habíamos hablado, de todo, de todo menos de lo que importaba. No habíamos mencionado mi brote nervioso. Ni su ida a Jerez sin decirme nada. Ni lo de porqué no me había llamado una sola vez. Ni cuánto lo amaba al Fulano...

Es que necesitaba descargar, hubiera respondido si me preguntaba. Y quizá hasta le hubiera contado algo de lo que pasó porque soy de las que no se aguantan cuando hacen algo malo. Hasta que no lo digo no puedo dormir, y después de decirlo tampoco. Es raro. Raro y jodido. Me había ido en bici porque tardo el doble que en micro de la casa al centro y entonces pienso, en soledad. Desde que llegamos a El Portil que no tenía un rato con ella, con la soledad. Pero no me preguntó nada. por suerte. Ella habla mucho, la Gitana, yo un poco menos, Ella habla mucho y se apasiona y a mi me encanta. Y de a ratos se queda dormida. Enamorarse es arduo...

Vaya a saber cuando volvemos a estar así. Me arrimé despacito a Ella, me metí abajo de su pareo y de la toalla que la tapaba. La abracé bajo la tienda de campaña, otra vez nos dábamos calor. Abrió los ojos, me midió unos segundos. ¿Y tú cómo ha estao?, preguntó, todavía con cara achinada de siesta. Me hizo reír. Le corrí un mechón de pelo de la cara. Nos tapamos hasta la cabeza y le di el primer beso de la tarde. Y sí, mire usted, me animé a tomar la iniciativa por primera vez. Le gustó. Creo. Puso mi mano en su corazón para que viera cómo le estaba latiendo, le latía fuerte y rápido. Y a mi con eso se me terminó de desbarajustar todo porque más o menos, bien que mal, a duras penas había logrado quitar el foco de la Gitana tras su desaparición de Nochevieja. Un poco con ayuda de Dragoni y sus recursos estrambóticos, otro tanto gracias a Enrique y a su señora mujer que resultó ser una preciosura de gente… Otro poco, culpa de Ella, de la osada y de Él... Había logrado volver de la muerte y del florón, tras sus cinco días de ausencia, ¿me comprende? Porque yo no puedo vivir así, que un día la tipa se va y no sé nada de Ella y después vuelve, se me mete en la cama, parece que me ama, me arrastra toda desaforada al más hermoso de los infiernos y… ¡No puedo! Pero le latía el corazón fuerte, se lo hacía latir yo. ¿Usted sabe lo que es eso? ¿Sentir cómo a semejante mujer se le acelera el pulso cuando una le da un beso? Me puso la mano ahí y me miraba como diciéndome: ves que tú me importa mucho… El viento de playa empezaba a ponerse bravo. (Sigue)

Continuará…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario