sábado, 10 de marzo de 2018

Capítulo 234 "Stand by Dios"

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El dilema nuevo es que los buenos escritores son los que tienen dificultades para escribir, eso decía Piglia, dificultades forzosas, entonces la interrupción es un elemento importantísimo para escribir bien… El dilema acá es que yo escribo para escaparme de lo que me hace mal, de lo que me angustia, de la realidad nuestra de cada día y, claramente, de las boludeces que escribe usted en twitter, pero resulta que ahora la que me inspira es Ella. ¡Ella me pone a escribir pero también me hace mal porque me interrumpe constantemente, es una enferma! ¡ENFERMA! ¿Me comprende? Sin la Gitana no escribo pero con Ella tampoco porque me pinta y no para de pintarme y después me enloquece y me hace sufrir… Hace dos días que no se despega de ese bastidor y cuando le digo que coma algo despierta del ensueño místico creativo, me mira, loca de ganas, y se me sienta encima, abriendo sus piernas flacas y largas y bellas y suaves y rubias se me trepa, endemoniada, me interrumpe lo que sea que esté haciendo, por lo general la miro, sí, la miro mientras me retrata y así me hago de la inspiración y después intento escribir cuando me deja. Hasta apagó el teléfono. Sí. Ayer. ¡LO APAGÓ A ÉL! ¡A DIOS PUSO EN STAND BY! No sé si habrá pasado algo entre ellos, a ver si todavía el tipo le contó algo, tan pollerudo que es, sobre el desacertado desliz... Yo le digo que quizá la necesita para algo, que porqué no lo enciende aunque sea un ratito por las dudas... Pero no me da bola…

Y Aquello fue un desacertado desliz. Intento volver. Ya dije que estaba yo que no daba más, en medio del florón, sola, insolada, lejos de casa, el quilombo de mi mare encima, y encima bajo el efecto de la pastilla amarga que me había dado Sanchó Dragoni esa tarde en el quincho. Cuando me enteré de que se había ido me agarró tal depresión que casi me muero. Ahí me dio la chifladura y me la tomé. Aunque ahora que escribo sobre deconstrucción, heteronormas y otras legumbres lo que menos tengo claro es qué no es chifladura. Cuando recuperé el juicio me prometí no escribir jamás sobre aquello aunque sacrificara quizá el más suculento punto de giro de la historia de la escritura de la humanidad toda.

Hecha un mar de lágrimas seguía parada frente a la puerta de la habitación de Ellos dos, nadie había respondido a mis tímidos golpecitos a la puerta. Faltaban algo así como treinta minutos para que dieran las doce, para empezar con el nuevo año. No se escuchaba nada adentro de la pieza. Sonaba otra canción de Pink Floyd a lo lejos, Wish you were here, por eso las lágrimas y el mar, porque Ella se había ido y yo la extrañaba una eternidad y porque sabía que en ese momento seguramente no estaba pensando en mi. Lo sabía. La cabeza me latía por la insolac

Y ya la estoy viendo venir por la ventana, ofuscada, con el móvil en su manu, chao... (Sigue)

Continuará...


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