viernes, 23 de marzo de 2018

Capítulo 243 "Sujetos sujetudos"

CAPITULO ANTERIOR

Poesia en calle Cuna
Uno nunca sabe por qué el otro acciona como acciona así que si lo juzga está siendo injusto, dice el refrán. El refrán que no vive en Argentina, claro, en dónde nos taladran los mass media con que juzguemos y odiemos al que no piensa como uno, y por ahora les funciona, con la indignación nuestra de cada día que nos ponen delante seguimos pisando el palito. Así que no es justo juzgar a priori pero este hombre creo que se pasa ya de castaño oscuro, imagínese usted por qué lo digo. La presentación del libro fue un éxito, un éxito no por la cantidad de gente que vino sino porque poca pero interesada, interesante y atenta, atenta de poner atención y de escuchar. Largaron con algo en la calle, recitado de poesía, porque algunos poetas todavía nos quedan, poetas de cepa, de esos que te llegan, que dicen algo, de los otros están llenas las redes sociales y lo malo de esos lugares es que los de cepa se terminan contagiando de lo otro… Se pierden en el remolino del ansia del megusteo, una macana. Pero volvamos a lo otro que me pierdo por las ramas del presente:

Él/La que piensa que sabe qué cosa es el amor... 
¡Y se van por las ramas! Porque sexo, ¡EL SEXO! ¿Qué cuernos es el sexo? ¿Y el amor? ¿Qué carajo es el amor, Loco? ¿Quién lo sabe? ¿Alguien? ¡DEBATES Y MÁS DEBATES Y DISCUSIONES INTERMINABLES, ININTELIGIBLES SOBRE SI EL AMOR ES O NO PROPIEDAD DEL RÉGIMEN POLÍTICO HETEROSEXUAL! (Pausa para tomar aire casi ínfima) ¡Ficciones políticas! ¡Masculinidad, feminidad! ¡Hombre, mujer! ¡Normalidad, patología! ¡Ficciones políticas encarnadas! ¡Todos somos ficciones políticas vivas! ¡Hay que desidentificarse! ¡Escapar! ¡Desetiquetarse! El soberano es soberano porque tiene el monopolio de las técnicas de la muerte. El sexo no es una fatalidad, es una posibilidad de acceder a una vida creadora. ¿O no? ¿O NO? Si ya lo decía el pelado Foucault. ¿Sabes quién es Foucault?, le pregunté a la sensual de Ibiza, toda ardiente y fervorosa. No me respondió. Lo miró a Él y se echó a reír.


Los dos sentados en la cama, yo parada todavía en la puerta del balconcito iluminado, desde ahí recitaba mi discurso pseudomoral pseudoerudito pseudorebelde. Me miraban en silencio, entre beodos y absortos, entre cachondos y confusos. Los fuegos artificiales iban amainando poco a poco y el 2017 se había ido para siempre. Me angustia todo lo que sé que no va a volver. Ella se reía y Él me miraba intrigado. Al parecer, borracha como estaba, deliriosa y afiebrada como me sentía, igual no me animaba a concretar lo que nos había quedado en el tintero en el viaje anterior. Con Él. Recuerde que cuando nos decidimos, tácitamente, claro, cuando sin decir nada los dos enfilamos para la colina después del día entero en La Carbonería sonó el teléfono: Ella que había vuelto y lo esperaba en casa. Y ahora que al fin lo tenía de nuevo adelante, que esa posibilidad de final me pedía a gritos que me lance... me retraía, sí, porque cada paso adelante que me animo a dar luego siento el deseo de dar cuarenta para atrás y si es corriendo mejor. Pero acá no había hacia donde correr. Ella se levantó, la morocha, caminó hasta mi, me tomó de la mano y me llevó hasta la cama, con ella, con Él. (Sigue)

*PD: Estoy aprendiendo a editar videítos, ojo que me las traigo.

Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario