jueves, 1 de marzo de 2018

Capítulo 228 "La puta conciencia"

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Y tampoco podía darme cuenta si era que me importaba Ella, si de verdad lo que me hacía dudar era la conciencia o era cagazo nomás, liso y llano, porque en mi vida había tenido sexo con dos a la vez. ¡¡Y que dos!! ¡Y que escena para mi blog, señora! ¿Pero... y el amor que yo juraba sentir por la Gitana? ¿A alguien que se ama se le hace esto? ¿Se le birla el marido loco? ¿Es tener sexo con Él birlarle el marido a Ella? ¿O estoy cayendo en la trampa del sistema y sus normas sujetadoras? Sucede que yo a estas alturas al tipo un poco lo quiero. Creo. Creo que sí se puede amar a dos personas a la vez. Y dudo que pudiera amarlo si no estuviera Ella. Y dudo que pudiera amarla si no estuviera Él. Es el alcohol, disculpe usted tanta reflexión en el momento menos inoportuno. (Pausa) Seguía parada frente a la puerta de la pieza de Ellos, mi mano todavía en el picaporte, estaba transpirando y creo que tenía un poco de fiebre. Shine on you seguía sonando y no, no me podía amedrentar. NO. La de acción y dilemas que se dispararían de este asunto eran inimaginables, impagables, imperdibles.

Solté el picaporte, mejor iba a golpear antes porque mire si los encontraba… no sé… en alguna situación rara, yo qué sé… Él es un tipo público y si bien me había invitado a participar de este asunto yo sentía que me estaba entrometiendo, no sé...

Iba a golpear. Estaba segurísima de hacerlo pero cuando estaba a punto me vino su imagen a la cabeza, y dicen que así funciona la hija de puta de la conciencia: Ella toda desnuda en la playa gay, con su pañuelo negro recogiéndole el pelo enredado que se le había aclarado de nuevo por tanto sol. Ella llevándome de la mano hacia los médanos más alejados con esa seguridad que tiene. Yo todavía con la ropa puesta, llevaba mi pareo blanco de gasa y arriba la biquini. Me la había encontrado en la escalera cuando volvía del centro, el día del brote de reyes, el día que decidí irme porque no me reconocía a mi misma. Pero Ella, como siempre, supo calmarme. No le expliqué los motivos reales de mis nervios, claro, le hablé de lo de mi madre, de la chica que la cuidaba etc. Y supo conducirme gentilmente hacia la calma de nuevo. Y hacia la playa nudista. Era hermosa, hermosa y dulce. ¡No podía follarme al marido!

Se había sacado todo apenas vimos a la primera persona en bolas. Se desnudó mirándome con una sonrisa divertida ante mi atónita expresión. ¿Qué es lo que estás haciendo, nena? Sí, se desnudaba, ya sé, era una playa nudista pero... ¿Así tan desinhibida? Habíamos tenido que caminar bastante porque se olvidó que los barquitos andaban hasta Octubre, hacía muxo que no venía por aquí, se disculpó, así que tuvimos que tomar el otro acceso, el de los caminitos de madera.

La playa se llamaba Nueva Umbría y digamos que no había casi nada, tachos para la basura y algún baño que otro cada tanto. Caminábamos por los médanos entre malezas de playa, de pronto Ella se dio vuelta, me pidió con un gesto que oyera. Avanzamos un poco más y entonces escuchamos mejor, a unos cuantos metros, dos rubias que no se habían preocupado por pasar desapercibidas tenían sexo, se llama cruising eso en la jerga gay, una de ellas gritaba como loca. Yo intenté no mirar pero miré igual. Y la Gitana pasó como si nada pero apenas encontró unos pastizales algo alejados me echó esa mirada encendida, dejó ansiosa su bolsito sobre la arena, estiró la lona, se acercó a mi, pasó sus brazos por atrás de mi cuello, parecía que me iba a abrazar pero no, me quitó el nudito de la parte de arriba de la malla, luego el pareo y finalmente la tanga, guardó todo cuidadosamente en el bolsito y empezó a pasarme protector… por todo el cuerpo. (Sigue)

Continuará...

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