martes, 3 de abril de 2018

Capìtulo 250 "Como a Ella"

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Ella empezó a bajarme la tanga con la boca pero no aguanté que llegara hasta ahí, la presencia de Él me inhibía, sentado al respaldo de la cama mirando todo, además me hizo cosquillas y todavía no vencía la culpa que me daba hacerle esto a la Gitana… ¿Quién se cree usted que soy? ¿Gatúbela? La frené agarrándola del pelo, obedeció, completamente relajada, entregada, pidiendo más de eso con el gesto, le gustaba obedecerme, musho musho... Se dejó caer de espaldas hacia atrás, quedó tirada sobre la cama, esperando. Él volvió a decir algo. Pensé al principio que lo hacía a propósito, que lo ignoraba adrede, para hacerle desear más, que todo el show era para Él pero cuando le saqué el shortcito me di cuenta que no, la Sensual de Ibiza me quería a mi, se estaba muriendo de ganas y eso me devolvió el desacato. Le saqué el shortcito y después la tanga blanca que de tan finita como si no existiera, fue una pena porque le quedaba tremenda, tremendísima.

Y yo lo ignoré también, porque ella no me dejaba hacer otra cosa, porque era el hombre de mi Gitana y un poco porque cuando me vio en el bar el primer día el tipo se había ido, cobardemente, como si Él no hubiera hecho suficiente para que yo quisiera volverlo a ver, como si fuera una loca fanática… Bueno, loca sí ¡¡¡pero fanática!!! Bueno, quizá también... qué le vamos a hacer, se hace lo que se puede. Me dejé llevar sobre ella, todavía con mi braga puesta, yo quería ir despacio pero ella me apuraba; le desabroché el corpiño, ella miraba, expectante, embravecida. Intenté ser salvaje pero no me salió, me dio por una cosa más cariñosa, intensa pero cuidada. Dejé su corpiño a un lado y le acaricié la mejilla con el dorso de la mano, me di cuenta de que le estaba haciendo lo que la Gitana me hacía a mi, me angustié de nuevo, horriblemente, todo esto iba de despecho nomás, porque Ella se había ido.


Y estaría bien que usted leyera esto con "Entre dos aguas" de fondo porque es lo que sonaba de lejos y encendía a la Morocha que daba miedo, que daba gozo. Le di un beso, primero en la boca, después en un pezón, luego en el otro, eran redondos y perfectos, se los besé de nuevo porque me gustó lo que sentí, a ella el cuerpo se le arqueaba todo, cuanto poder tiene un beso, pensé, y las feministas creyendo que tienen que ser fuertes, unidas, sabias, agresivas, luchadoras… Eso dicen y mire, yo creo que si fuéramos sabias usaríamos los besos, las tetas y el afecto, que con esa tríada tenemos al ejército de tipos que queramos a nuestros pies, pero no… Insistimos con la guerra, la emocionalidad y la puteada, siempre la puteada.  Fóllame como a Ella, me dijo la morocha. ¿Como a Ella?, la miré, una sensación helada me recorrió la espalda, habíamos quedado acostadas junto a los pies de Él. (Sigue)

Continuará...

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